lunes, 28 de abril de 2008

El amuleto del mago


El cuervo apretó sus garras contra la carne del cuerpo sobre el que estaba posado cuando empezó a zararandearse con el viento. Había sido colgado boca abajo en un árbol, y al parecer llevaba ya varios días así. Desde aquel sitio, se podían oír unos gruñidos y gritos guturales procedentes de la cueva cercana.

Entre aburrido y curioso, el ave emprendió el vuelo hacia la cueva cuando los ruidos cesaron. Su planear se vio interrumpido con una fuerte contorsión de las alas, y cuando volvió a desplegarlas, el negro plumaje se había convertido en unas alas correosas, que colgaban a los lados de una parodia de un niño deforme y con la piel oscura y brillante.
Confundiéndose con las densas sombras de la cueva, se apoyó en el hombro de su dueña, una belleza siniestra de pelo corto y blondo. Hizo un gesto brusco con la mano derecha para limpiar la negra y espesa sangre de la cuchilla que llevaba atada con numerosas correas a su antebrazo, mientras se abría camino a través de un enorme y fétido corpachón caído en el suelo de la caverna.

Avanzó hacia un rincón del abrigo, apoyada en su bastón, el cual empezó a emitir de las numerosas joyas que llevaba incrustadas a lo largo de la madera una luz rojiza que iluminó el montón de cadáveres que había mal apilados en la despensa del troll. El más reciente vestía una túnica raída y al parecer había sufrido en su cráneo el beso de la tosca hacha de la criatura.

Tras un rato de búsqueda que le obligó a taparse la cara con un pedazo de tela, se giró con un pequeño objeto en la mano que aferraba con codicia.

-Por fin, Garra - le dijo a su demoníaco familiar mientras una media sonrisa se dibujaba en su cara.- Ahora que tenemos el amuleto, averiguaremos el secreto que se oculta en ese castillo.

domingo, 27 de abril de 2008

Por planetas y galaxias nadie los puede igualar


Hermanos, nos hemos reunido hoy para que os cuente la última monstruosidad cometida por nuestra secta en las jornadas de Picassent de la pasada semana.

Como ya viene siendo por costumbre, a todas las jornadas que acudimos solemos llevar partidas que, por ser un poco suaves, son atrozmente raras. El Cañita Brava de las partidas, vamos. Así que después de éxitos como Dune y Tron, queríamos ponernos más ochenteros aún y más nostálgicos si cabe. Y pensando que una partida de Verano Azul sería para amputarnos los meñiques, nos decidimos por una de las series mas frikis de nuestra tierna infancia: Ulises 31.

En este caso, la partida se basaría en vez de en la Odisea, en la leyenda de la búsqueda del Vellocino de oro, con lo que pasaría a llamarse "Jasón y los Astronautas" (¿es para pegarnos o no?).

Después de problemas con la organización (nos pusimos a jugar cuando todo Perry estaban montando un ritual en pijama que se llama dormir, y encima va y nos llueve), perpetramos semejante engendro. Pues estos fueron los monstruitos que rolearon dicha gentuza:

Atalanta del Planeta Calidón, famosa francotiradora y hábil con el arco láser. Pollux, del planeta Esparta, pugilista conocido por su resistencia física. Cástor, al igual que Pollux fue parte del programa de clonación de Esparta. Famoso piloto de combate. Nanette, androide de la nave y Dalma Jason, comandante de la astronave Argos. Y bueno, estelar fue el fichaje de última hora de M, que se encargó de dar algo semejante a la vida a Hera, la computadora esquizofrénica de la nave (me rio yo de HAL 9000).

En fin, que nos lo pasamos tan bien como se lo pasan los internos en una sesión de electroshock, aunque no nos diese tiempo a acabarla por falta de tiempo y exceso de sueño.

Eso sí, impagable cuando los chavalines otakuoides se nos acercaban y preguntaban: "a qué jugais?? Ah, no conozco ese juego..."